Confesiones de cuarentena

Empezó y yo ya vivía una especie de encierro porque tenía mucho trabajo. Los días siguieron con una rutina muy demandante: muchas horas trabajando en la computadora y poco descanso. Temía que se fuera a terminar la cuarentena y yo no hubiera tenido un solo día "libre". Aún tengo trabajo, pero ya está todo más tranquilo.

Odio hablar de la pandemia. A veces es inevitable, pero mientras menos lo haga, mejor. 
 
Me considero una persona con un kit de herramientas emocionales básico. Muchas veces doy contención a otras personas, personas importantes para mí, a quienes quiero. Esta vez siento que mi kit es tan básico, que sólo tengo lo necesario para mi supervivencia. Tuve que cerrar la ventanilla de ayuda y escucha. Me fui a recluir a una ermita emocional para sobrellevar estos días.

A veces pienso que necesito alguien que me dé contención como yo se la doy a los demás. Suena muy presuntuoso, pero es honesto y es lo que siento. No digo que sea verdad.

He tenido como cinco crisis emocionales importantes. Días, tardes o noches en los que siento que estoy en una mal sueño, sin lógica y sin final. Como debajo de una avalancha contra la que no quiero luchar y de la que sé que no puedo huir. 

He intentado de todo para pasar de la mejor manera estos días: meditar por al mañana, meditar por la noche, hacer yoga por las mañanas, leer libros que me gustan en los rato que me doy de receso, hice una playlist con canciones que me ponen de buen humor, trato de tener mangos o chocolate porque me dan felicidad al comerlos, empecé un reto de respiración ovárica de 21 días, escucho mantas a los largo del día, evito las redes sociales lo más que puedo... Todo ha dado resultado, pero nada es suficiente porque todo es raro. Los días en confinamiento son muy pesados. ¡Quién carajos aguanta tanto tiempo encerrado en casa! 

A veces bromeo y digo que estamos viviendo el Apocalipsis en pequeñas dosis. Que Hollywood atascado siempre nos enseñó que sería todo muy rápido y brutal. No, todo es poco a poco. Y quién sabe.



Hay días en los que sólo deseo ver el techo y estar. No más.



En algún momento me puse a pensar qué haría en cuanto terminara el confinamiento. Sabía que la lista comenzaría a crecer pronto, y así fue. Apenas llevaba cinco cosas cuando decidí terminar con esa idea. Pensar en el futuro comenzaba a causarme ansiedad. Odio la ansiedad, es como si alguien te quitara el poder sobre ti. Principalmente, el poder sentirte en paz.

¿Cómo iba a decir sobre algo futuro si no sabía cómo sería el futuro? Quizá no sea un cambio brutal como en las películas, pero sí será significativo. Entonces, decidí tomar la filosofía de AA como filosofía ante la cuarentena: sólo por hoy. No niego que sigo sintiendo ansiedad a ratos, pero ya es menos.

No imagino cómo será la vida afuera cuando podamos salir de casa todos, lo que sí sé es que:
  • no quiero vivir con un temor permanente a un virus;
  • no quiero sentirme amenazada por cualquier persona que sea capaz de toser o estornudar en cualquier momento;
  • no me gusta la idea de vivir en un mundo donde no puedas ver la cara de las personas por completo, debido al uso de los cubrebocas;
  • me entristece pensar en vivir en un mundo donde no puedas ver la sonrisa de las personas, porque debemos usar cubrebocas, y
  • no creo ir pronto a un concierto o espectáculo masivo. Tampoco creo ir a la playa. Seguro no será en 2020.

Pero no todos son "peros" o cosas "en contra". Estos días me han ayudado a bucear en mi mente, en mi espíritu y en mi corazón: 
  • empecé a escribir preguntas cuya respuesta desconozco, pero que son un buen inicio para un autodescubrimiento; 
  • he dibujado nuevamente y ahora me preocupo menos por lo figurativo y me enfoco más en lo catártico;
  • comienzo a darme cuenta de que la vida con estrés y corriendo ya no es para mí. Necesito disfrutar más de lo que hago, cuando lo hago y como lo hago. No necesito angustias sin sentido en mi corazón;
  • quiero aprender nuevas cosas y perfeccionar aquello en lo que ya estaba encaminada, explorar más el lado creativo y artístico de la vida;
  • confirmé por millonésima vez que una puede reinventarse cuantas veces quiera;
  • quiero tener cerca de mí gente que me aprecie y me cuide tanto como yo lo hago con ellas, necesito gente que me comparta de su luz, no sólo que pida la mía para alumbrarla cuando transita por la oscuridad;
  • aprendí a sonreír y a llorar por igual cada que lo desee o lo necesite;
  • descubrí que el vacío también es bueno, pues es una oportunidad para llenarlo;
  • descubrí que nuevamente me estoy descubriendo y no sé en qué termine ni cuándo, sólo sé que estoy disfrutando este transitar.

Aprendí a confiar en el Universo, la Universo, la Diosa, la sabiduría infinita. El universo está en mí y yo en él, fluimos juntos y de manera permanente.

L.W.O.








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