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El misterio del misterio

¿Cuántas vidas vivimos en nuestro paso por la Tierra? ¿Cuántas veces nos transformamos? ¿Cuántas veces nos desconocemos? ¿Cuántas veces volvemos a conocernos? ¿Cómo podemos saber que somos quienes somos? De repente tuve una revelación casi al finalizar 2021: es hora de aceptar que todo ha cambiado, que quizá nunca volvamos a conectar con esas personas que quisimos tanto, pero que en algún momento, sin darnos cuenta, nos distanciamos. El cariño y el amor se conservan en el recuerdo, pero en el presente nos sentimos más ajenas que con otras personas. Porque ya no es lo que era ni volverá a ser. Esto también pasa con una misma. Un día, después de semanas o meses sin realmente observarnos al espejo, nos encontramos con una mirada que se siente como nueva. Experimentamos una especie de pudor y duda: "¿Quién es y por qué me mira así?". Me sucedió. Es importante comenzar a descubrirnos, conocer qué deseamos, qué queremos, a qué tememos y qué disfrutamos. Maravillarnos por cada descu...

Perdida y... ¿encontrada?

Regreso después de varias vidas de viaje. De encuentros, desencuentros y reencuentros. De distancias y cercanías por decisión y por circunstancias ajenas a mí. Cuando miro mi reflejo, a veces sé quién soy y otras ni me reconozco; o algo me es familiar, aunque no sepa de dónde. Ahora mi brújula tiene dos Nortes: el corazón y las vísceras. Sí el corazón se alegra, el rumbo es correcto. Sí las vísceras se alteran, es hora de trazar otro camino. Quizá nunca tenga claro qué destino busco, pero sí sé que mis viajes, hacia afuera y al interior, deben compartirse con el gozo, el amor y la paz. © L.W.O.

Confesiones de cuarentena

Empezó y yo ya vivía una especie de encierro porque tenía mucho trabajo. Los días siguieron con una rutina muy demandante: muchas horas trabajando en la computadora y poco descanso. Temía que se fuera a terminar la cuarentena y yo no hubiera tenido un solo día "libre". Aún tengo trabajo, pero ya está todo más tranquilo. Odio hablar de la pandemia. A veces es inevitable, pero mientras menos lo haga, mejor.    Me considero una persona con un kit de herramientas emocionales básico. Muchas veces doy contención a otras personas, personas importantes para mí, a quienes quiero. Esta vez siento que mi kit es tan básico, que sólo tengo lo necesario para mi supervivencia. Tuve que cerrar la ventanilla de ayuda y escucha. Me fui a recluir a una ermita emocional para sobrellevar estos días. A veces pienso que necesito alguien que me dé contención como yo se la doy a los demás. Suena muy presuntuoso, pero es honesto y es lo que siento. No digo que sea verdad. He tenido como cinco crisis e...

Lejos de casa

Extraño mi cama, mi rutina y a mis compañeras. El silencio y la tranquilidad de correr de un lado a otro ante las urgencias laborales o escolares. Trasladé mi residencia adonde me necesitan. Será sólo por un periodo.  Aunque estoy lejos de casa y el espacio me es ajeno, me arropa la calidez de la familia y el amor de los que se acompañan y unen sus fuerzas por el bien de un miembro del grupo. Por el amor. Sé que pronto la mayor de mi jauría estará bien: sana, tranquila, sonriente y sin dolor. Mientras llega ese momento, yo la abrazo, la arropo, la alimento, le canto, la cuido, la baño y, como siempre, la amo. Sé que pronto regresarás a casa.  Sé que pronto regresaré a casa.  Ahora estoy contigo y tú siempre serás hogar. © L.W.O.

Cosas de un Zorro Rojo

Se me enreda el cabello de la nuca cuando le doy muchas vueltas a un pensamiento o idea. Me gusta cómo entra la luz matutina por la ventana de mi guarida. Siento felicidad al verla. Todos los días abro los ojos a las 6:20 am. Eso no significa que me levante a esa hora. Por lo menos una vez a la semana, recibo la visita de un colibrí. Para mí, es una señal de que todo está y estará bien. A veces, de la nada, mi corazón se llena de calor y siento como si estuviera enamorada. Seguramente lo estoy, aunque aún no sepa de qué o de quién. Soy un Zorro Rojo que disfruta la tranquilidad y observar el horizonte, pero hay poco de eso en mi vida. Soy un zorro feliz. © L.W.O.

Aflicción invernal

Abro los ojos y aún es invierno. No quiero abandonar mi refugio de mantas y cobijas. Extraño el calor de la primavera y las noches en compañía de los grillos. El invierno cambia mi humor y a veces no me reconozco. No sé cómo lidian los demás animales con esta época. A mí se me acongoja el corazón y la amenaza de una tormenta en mis ojos está latente en todo momento. Nos hemos abandonado tanto que nos desconocemos. Hemos traicionado nuestra naturaleza a tal grado que buscamos confort en lo más absurdo. Seguimos corriendo, persiguiendo lo inalcanzable, produciendo. Vamos afuera cuando deberíamos buscar adentro. Trato de hallar los momentos y los espacios para reencontrarme, escucharme y saber qué necesito. Regalarme silencios cálidos, de contemplación, de tranquilidad. No puedo hibernar, pero a ratos imagino que lo hago. Soy un animal silvestre y solitario, que se refugia del frío. Que sólo quiere escuchar cómo late su corazón, durante la espera de la próxima primavera. ...